En el municipio de Ecatepec (Estado de México), un grupo de sicarios irrumpieron en un domicilio donde hay una humilde casa y un terreno con animales (caballos y burros). En el interior del inmueble se encontraban cinco sujetos (aparentemente, todos pertenecientes a la misma familia), quienes tras una discusión con los sicarios, fueron muertos por éstos durante una balacera que también cobró las vidas de tres seres que nada tenían qué ver con el supuesto conflicto: dos caballos y un burro, quienes fueron alcanzados por las balas, al encontrarse en el terreno.
Los sicarios se dieron a la fuga y hasta el momento las autoridades no tienen ninguna pista que les permita dar con su paradero. No obstante, las primeras indagatorias apuntan a que se trató de un ajuste de cuentas entre ambos bandos, ya que vecinos en la zona declararon que previamente a la balacera, los sicarios estuvieron discutiendo con los ahora occisos.
El escenario de violencia que se vive en México y en muchos otros países, también afecta a víctimas que las autoridades no registran en sus expedientes y para las que no habrá procuración de justicia; víctimas que los medios de comunicación, las más de las veces, no mencionan en sus notas; víctimas por quienes la sociedad no se escandaliza ni lamenta: Los animales no humanos.
Debiéramos, como sociedad, levantar la voz y condenar la impunidad de la que son objeto tanto humanos como no humanos. No debiéramos limitar el concepto de justicia a la esfera de nuestra especie y reaccionar con indiferencia ante las atrocidades perpetradas contra los animales, quienes pese a no tener ningún nexo con los problemas entre humanos, suelen pagar con sus vidas sin que esto genere la mínima repercusión en la opinión pública o en el sistema judicial.
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